LA SOMBRA DEL PROTECCIONISMO

24.03.2019 21:13

El proteccionismo destroza países. Solo debemos echar la vista atrás y observar la gran cantidad de guerras, hambrunas o asesinatos masivos que derivan de la ideología proteccionista; tradicionalmente siendo esta una mezcolanza de mercantilismo con fuertes ápices de nacionalismo. Hacía referencia esta semana Lorenzo Bernaldo de Quirós; en su artículo en Actualidad Económica, a Robert K. Merton y la teoría de los efectos inesperados de las diferentes políticas económicas que aplican los gobiernos o bancos centrales. Una teoría similar la expone el gran Fréderic Bastiat en el siglo XIX, pero este habla de “efectos invisibles” de las decisiones sobre política económica. Pues bien, estas dos teorías son muy relevantes a la hora de tratar el tema del proteccionismo, ya que la imagen que se vende por parte de la derecha nacionalista sobre este tipo de políticas nunca coincide con los resultados reales. El mejor ejemplo es el neomercantilismo trumpista. Se suponía que los aranceles americanos sobre diversos bienes y servicios chinos, mexicanos, canadienses o europeos forzarían un aumento de precios de los bienes de las compañías extranjeras de dichos países, supuestamente en beneficio del consumo e inversión patrios, revirtiendo la tendencia del déficit comercial estadounidense, o al menos reduciéndolo. Los consumidores americanos no sufrirían los efectos de dichas medidas proteccionistas, o eso prometía el dirigente con nombre de pato de Disney. Pero efectivamente, los efectos invisibles propios de las decisiones de política económica han vuelto a resurgir. Lo único que ha logrado Trump con sus medidas proteccionistas han sido mayores costes para los consumidores, un efecto negativo sobre el PIB en relación al comercio internacional y un mayor déficit comercial con China y a nivel global. 

Trump no es liberal. Aunque eso creo que es de perogrullo, y aunque la mayoría que estén leyendo este artículo lo sabrán, es necesario repetirlo por todos aquellos que insisten en que Trump es un “negociador liberal en la sombra” o que “cree en el comercio global liberalizado”, porque eso simplemente no es verdad. Y no lo digo yo, lo ha dicho el en muchas ocasiones, describiéndose a sí mismo como “el hombre de los aranceles” o asegurando “Yo soy un nacionalista”.  Pero yo no aspiro a ser politólogo, sino economista, por lo que vamos a mostrar los datos reales, para observar los efectos sobre la economía de a pie que han tenido los aranceles sobre la economía americana. 

En primer lugar, para evitar dudas y facilitar la comprobación de los datos, han de saber ustedes que todos los datos expuestos en este artículo provienen de un paper conjunto realizado por tres diferentes economistas de las universidades de Princenton y Columbia, junto con un tercer equipo de la Reserva Federal de Nueva York. Dicho paper, que lleva como título “The Impact of the 2018 Trade War on U.S. prices and welfare”, lo pueden encontrar aquí: https://www.princeton.edu/~reddings/papers/CEPR-DP13564.pdf, el cual comentaba esta semana Paul Krugman en su columna en el New York Times. También se incluirán datos de un estudio realizado por la Tax Foundationsobre la misma materia. De igual manera, cabe recordar, que los aranceles trumpistas; y solo estos, se han aplicado sobre más del 12% del total de los bienes de importación, y la serie que se presenta en el estudio ha sido realizada durante más de un año, para poder observar el efecto real de estos de manera agregada sobre la economía. 

Sin más dilación, pasemos a los datos. En primer lugar, hemos de saber que la Administración Trump ha impuesto un volumen de aranceles equivalente a $42 billion en nuevos impuestos, que afectan directa e indirectamente a miles de productos. Pero esto no termina aquí, ya que la tensión comercial entre EEUU y varios países y uniones de países, como es la UE, han hecho saltar las alarmas acerca de la posibilidad de introducir $129 billion de nuevos aranceles. Aunque las tarifas no hayan tenido un efecto directo sobre ciertos bienes manufacturados en los EEUU, si que ha afectado de manera indirecta a la producción de estos bienes a través de un incremento en el precio de los componentes. Por poner un ejemplo, el precio de las tuberías empleadas en el proceso de extracción de petróleo ha incrementado entre un 16% y 20%, en relación a los aranceles del 25% y 10% impuestos sobre el acero y el aluminio proveniente de algunos países, principalmente China. 

Los $42 bn de nuevos impuestos introducidos por la Administración Trump han reducido asimismo los ingresos fiscales, no solo de los provenientes de los aranceles, sino asimismo del impuesto sobre la renta. La Tax Foundationestima que, aunque este efecto ha sido solo del 0.3% podría agravarse en un futuro. Es cierto que son cantidades insignificantes, pero en conjunto con el aumento de precios de algunos bienes y servicios, esto supone un coste anual de cerca de $150 a los trabajadores del quintil medio en la distribución de la renta. 

Para analizar el asunto con profundidad, hemos de ir a la raíz del problema, y esta no se encuentra en los datos, sino en la concepción de Donald Trump sobre el comercio. Y es que, Trump cree que los beneficios o perjuicios del comercio internacional se pueden medir a través de una única estadística como es la balanza comercial. Cree, erróneamente, que un déficit en la balanza comercial representa una posición de pérdida para su país, cuando para un país como EEUU, líder en Inversión Financiera Directa y en divisa a nivel global, un déficit en la balanza comercial, representa un superávit de inversión y probablemente un incremento en un futuro cercano de la productividad de las cadenas de valor nacionales. 

Pero aún así, pongámonos en la mente de un proteccionista por un momento. Pensemos que los déficits comerciales fuesen negativos per se y que el comercio internacional fuese un juego de suma cero. Por lo tanto, los aranceles de Trump habrían logrado su cometido si estos hubiesen eliminado, o al menos reducido el déficit de la balanza comercial. Pero… ¿Ha sido este el resultado? Como era de esperar… ¡Obviamente no!  Veamos los resultados.

Pues bien, en primer lugar, las exportaciones americanas a China cayeron un estrepitoso 26.3%, por las políticas de retaliación del gobierno chino, pero además, las importaciones americanas de bienes y servicios chinos aumentaron un escandaloso 36.5%, desde la entrada en vigor de los aranceles. Esto, lógicamente ha supuesto un incremento del déficit comercial con China del 17%... justo lo contrario de lo que se pretendía. Bastiat o Merton estarían ahora mismo disfrutando de los efectos invisibles o indeseados de las políticas económicas, en pro de una menor intervención del Estado en todas las áreas que conforman un sistema económico, incluyendo, claro está, el comercio internacional. 

Mientras el déficit comercial con China aumentó hasta los $420 bn… el déficit de la balanza comercial a nivel global de EEUU también ascendió hasta los $891 bn… ¡el más elevado en al menos 10 años! ¿Qué muestra todo esto? Qué aun si aceptásemos el falaz argumento proteccionista de la necesidad de imponer aranceles para reducir el déficit comercial, la política arancelaria trumpista habría sido un estrepitoso fracaso… se mire como se mire. 

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo viró hacia una mayor liberalización comercial a escala global. Tras el establecimiento de la OMC y la entrada de China en 2001, se pensaba que la vieja retorica proteccionista no volvería a ser tema de debate. Pero al parecer, la Historia se repite. Trump ha impuesto aranceles sobre una amplísima variedad de bienes como paneles solares, acero, aluminio, lavadoras, productos agrícolas, textil e incluso calzado; mientras planea, además, imponer más y mayores aranceles sobre los bienes de exportación China si no se logra llegar a un acuerdo con el gobierno de Xi Jinping antes. 

La liberalización comercial tras la Segunda Guerra Mundial trajo consigo multitud de beneficios como mayores niveles de renta, mayores salarios, menor desempleo, menores precios, y sobre todo mayor eficiencia productiva y mayor poder adquisitivo. Mientras tanto, esta guerra arancelaria de carácter regresivo solamente servirá para empobrecer a la población global y volver a un pasado que ya creíamos superado. Volver a estar bajo la sombra del proteccionismo.

 

 

 

 

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