LA HORA DE LOS PAISES EMERGENTES

16.12.2018 18:16

La semana pasada me ocurrió algo fantástico. Me encontraba vagando por el aeropuerto de Heathrow, esperando a que saliese mi vuelo de vuelta a Madrid. Y en ese momento me ocurrió una de las cosas que más me pueden gustar. Encontré una librería especializada en temas de ciencias sociales y humanidades. Es decir, un paraíso de libros de economía e historia. En ese momento, estaba terminando un libro sobre la historia de la Escuela Austriaca, pero según vi el ejemplar de “Factfulness”expuesto en medio de la tienda decidí que debía comprarlo. Me lo había recomendado mucha gente, y la edición, en tapa dura, es inigualable. Pues bien, este libro trata sobre diversos temas diferentes desde un análisis de perspectiva global: tanto de sanidad, como de inmigración, de crecimiento económico, de política… pero hay un capítulo que me gustó especialmente de este libro, un capítulo sobre los prejuicios que tenemos sobre los países mal llamados “emergentes”. El autor, Hans Rosling, relata como tenemos una percepción equivocada de los países en fase de desarrollo, y como esta visión negativamente sesgada sobre las potencias emergentes nos hace perder una enorme cantidad de oportunidades de negocio e inversión. ¿Saben ustedes que el 80% de la población de los países del cuerno de África ha mejorado su posición socioeconómica en los últimos 10 años? O, ¿saben ustedes que más del 90% de los niños completan al menos la educación primeria en el conjunto de países emergentes? O, ¿que a nivel global más de un 85% de los niños están completamente vacunados? 

No se sorprendan si ni lo saben, ya que tan solo un 15% de los directores de inversiones de los mayores bancos del mundo conocían estos datos al ser encuestados por Gapminder.org, lo que muestra la falta de información y formación acerca de las potencias emergentes en el mundo financiero, y como nuestros prejuicios occidentales muchas veces nos nublan verdaderas oportunidades de generación de riqueza. 

Viviendo una época de crecimiento sincronizado como la que vivimos, es un gran momento de crecer para los olvidados de la ecuación macroeconómica global, los mercados emergentes. La situación de desarrollo actual y estabilidad económica nivel global es una buena noticia tanto para los países desarrollados como para los que se encuentran en proceso de ello. Pero no crean que todo el campo son flores. Muchos de estos países aún deben acometer verdaderas reformas institucionales si quieren representar una opción plausible de inversión en el mercado internacional. 

Si observamos los datos de cualquier estudio del Banco Mundial, podemos ver como los países emergentes han sufrido varias pequeñas devaluaciones de su crecimiento potencial a lo largo del último año, debido principalmente a un debilitamiento de la productividad laboral y de los bienes de capital, causada a su vez por severas variaciones en la estructura demográfica. 

En 2017, el crecimiento global medio anualizado fue ligeramente superior al 3%, mientras que la media de los países emergentes se situó en el 4.3%. En este sentido si encontramos buenas noticias, y que los emergentes este año podrían cerrar con un crecimiento medio cercano al 4.5%. Por supuesto, China lidera con un crecimiento del 6.5%, descendiendo 2 décimas desde el año pasado. Brasil, tras la elección de su nuevo mandatario, crece ligeramente, expectante a los efectos de las políticas liberalizadoras de la economía que pretende instaurar Jair Bolsonaro. Respecto al comercio global son todas buenas noticias, exceptuando los rebotes del petróleo Brent a lo largo de todo el año, el precio del resto de principales commodities se ha estabilizado, disparándose la demanda de uranio para nuevas centrales nucleares en China y en India. A pesar del proteccionismo promovido por Trump Y Xi Jinping, y la incipiente guerra comercial en la que tanto EEUU y China están envueltos, cabe destacar que los niveles de comercio internacional se encuentran en niveles máximos; prácticamente desde inicios de la pasada crisis financiera. Aún no hay datos para 2018, pero se estima que la variación de comercio internacional ronde el 4%. Los flujos de capital hacia países emergentes también mejoraron en este 2018, siguiendo la tendencia de 2017; aunque hay que ser cautos con la capacidad de endeudamiento de los países en fase de desarrollo, ya que mucho tienen más del 80% de su deuda dolarizada, lo que significa que ante la subida de tipos de la Fed, el coste de esta deuda aumentaría, dificultando la solvencia financiera a corto plazo de muchos estos Estados, ante la enorme dificultad que supondría el pago del interés de los bonos emitidos durante la recesión, la mayoría de ellos con vencimiento en 2019 y 2020.

 

 

Tal y como indica un reciente informe del FMI, la mayoría de la inestabilidad económica que hoy se vive en algunas partes del mundo se debe principalmente a la alta volatilidad de los mercados financieros, promovida a su vez por las políticas proteccionistas de EEUU y los movimientos nacionalistas en muchos países a lo largo y ancho del mundo, como es el caso de Italia o Austria, donde el populismo derechista promueve políticas anti-globalización y que atacan fuertemente los mercados de capitales. Incluso en un entorno inestable a nivel global, algunos países como China y la India han sido capaces de seguir creciendo a un ritmo elevado durante los últimos cinco años, siendo esta una tendencia sin grandes perspectivas de cambio en el futuro cercano. Tristemente, no todos los países tiene fundamentales tan estables como China (aunque tenga peligrosos niveles de deuda), ni niveles de crecimiento potencial tan altos como los de la India. Este es el caso de Brasil, que tras años de crecimiento negativo y un nivel de desempleo insoportablemente alto, podría tener perspectivas económicas muy buenas si se cumplen todas las medidas propuestas por Guedes, el economista experto en la Escuela de Chicago, que Bolsonaro ha puesto al timón del motor del Ministerio de Economía de Brasil. 

Por otro lado, los países emergentes de renta medio-baja están sufriendo devaluaciones severas en cuanto al nivel de productividad laboral, por la falta de formación del capital humano. Las reducciones en estimaciones de crecimiento en estas economías emergentes refleja, además, una población envejecida y un mayor gasto en políticas sociales, frente a unos menores ingresos fiscales, ya que el volumen de población activa se vería muy mermado. En general, una reducción del nivel de productividad agregada de los factores, en relación al mercado laboral y de capital, puede causar en un futuro muy próximo una reducción de los flujos de capital extranjero, afectando negativamente el crecimiento potencial, que en algunos países como China o Rusia ya se ha visto negativamente afectado.

 

En conclusión, las perspectivas de crecimiento y desarrollo para los países emergentes son moderadamente positivas, pero podrían ser algo nunca antes visto si los gobiernos de estos países desarrollasen políticas activas de inversión en I+D, inversión en educación, o atracción de capital extranjero (FDI) a través de una mayor liberalización de la economía e integración en el mercado internacional. En los años 70 y 80 el desarrollo industrial causó un enorme crecimiento en los países emergentes. En los 90, Internet supuso una verdadera revolución para las tecnologías de la comunicación, beneficiando enormemente a los países en fase de desarrollo. En general, el desarrollo socioeconómico acometido por estos países en los últimos 40 años ha sido increíble. Garanticemos que lo siga siendo durante los próximos 40 también. No perdamos la oportunidad, no dejemos para el tren. Es la hora de los países emergentes.

 

 

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