LA GRAN RELEVANCIA DE LA ECONOMÍA CONDUCTUAL

05.01.2018 19:26

Estas vacaciones de Navidad, tuve la oportunidad de disfrutar de uno de los mejores libros, sino el mejor, del área de economía de todos los que leí el pasado año. Nunca imaginé que dicho libro fuese a tratar sobre algún tema relacionado con la psicología ni el estudio del comportamiento humano, ya que admito ser bastante escéptico para todos estos temas. Sin embargo, en cuanto a la economía conductual esta vez tenía el deber de indagar y leer sobre ella en profundidad, ya que Richard Thaler acababa de recibir el premio Nobel por sus amplios estudios en este campo de la ciencia económica, y suelo tener la mala costumbre de sentirme obligado a investigar y aprender sobre todos los estudios de los premios Nobel de economía. Y he de decir que esta vez me lleve una grata sorpresa y logre comprender la gran importancia e influencia que la economía conductual tiene en las diversas áreas nuestras vidas.

La economía conductual integra el efecto de la psicología en la economía, incluyendo la psicología social. La base empírica de la economía permite a su vez reforzar las teorías desarrolladas a través de los diversos estudios psicológicos y probar si las conclusiones a las que se llega son verídicas. El primer factor por el que se le debe dar una relevancia máxima a esta área de la economía, es que la economía del comportamiento estudia las respuestas de los distintos agentes económicos en el mercado ante incentivos e intervenciones en las distintas transacciones.

El problema de las políticas públicas es que durante mucho tiempo han ignorado el comportamiento de los ciudadanos y los efectos que estas políticas podían tener sobre la población española en el largo plazo. Todo comienza porque los humanos no somos seres perfectamente racionales, y en el libro Nudge, Thaler diferencia entre lo que serían seres que actúan de manera completamente racional, los “Econs”, y seres humanos que actúan racional e irracionalmente dependiendo de una infinidad de factores externos, los “Humans”. En mi opinión un gran problema con los economistas de hoy en día es que ven la economía como si fuese una ciencia totalmente empírica y exacta, algo que es un grave error tanto teórico como práctico. La influencia de la psicología en las políticas e intervenciones tanto públicas como privadas en el mercado siempre ha estado presente, y Keynes, en su magnum opus “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, ya describía los efectos de la “ilusión del dinero”, que se basa en la tendencia de la gente a creer que son más ricos o por lo menos disponen de mayor renta en términos nominales, cuando se incrementa la masa monetaria a través de expansiones crediticias; sin saber que a la larga se dispara la inflación, haciendo que su poder adquisitivo siga siendo el mismo (y en la mayoría de casos muy inferior) al previo a las políticas monetarias. Otro ejemplo claro que podemos observar haciendo referencia la economía conductual; y mucho más cercano, es el de la recesión financiera global del 2008, ya que previamente al pinchazo de la burbuja, muchas de esas transacciones se basaban en la confianza de los compradores en sus intermediarios financieros, que les hacían creer que estaban tomando una decisión racional. Como hemos comentado infinidad de veces, la inversión de la curva de tipos por Bernanke tuvo un efecto similar, animando a las entidades a prestar a largo plazo y endeudarse a corto, causando un desproporcional apalancamiento en gran número de operaciones financieras.

La economía conductual, en contra de lo que mucha gente cree, no son pronósticos de cuatro economistas o psicólogos sentados en torno a una mesa, sino que el proceso deductivo de esta rama se complementa con estudios macroeconómicos empíricos y aplicaciones prácticas que confirman la evidencia y permiten alcanzar una conclusión. A su vez, la economía conductual no pretende negar cualquier axioma de racionalidad en el comportamiento de los consumidores, sino que pretende hacer ver, que muchos de los movimientos en el mercado se basan en motivos independientes y conllevan a un comportamiento irracional, el cual debe estar muy presente a la hora de plantear intervenciones públicas; como leyes o reformas, o privadas; como cambios en el modelo de negocio de una empresa.

Una de las grandes críticas que ha recibido la economía conductual es que los experimentos que se llevan a cabo para estudiar los efectos que ciertas políticas podrían tener sobre la población, generalmente son muy poco representativos y no llegan a cubrir proporcionalmente un grupo de encuestados que represente de manera igualitaria al conjunto total de la población de una determinada región o país. Una clara defensa a esta critica es que este argumento se puede aplicar a todas las ciencias sociales, sobre todo a la economía, ya que tienen serias limitaciones a la hora de experimentar casos prácticos en la vida real, aunque debemos pensar que estos experimentos, aunque en ocasiones puedan no ser muy certeros, ayudan a desarrollar hipótesis sobre modelos de comportamiento y reducen los efectos de la intervención en el mercado.

La rama de la economía conductual que más trajo mi atención fue la de la conducta financiera, que provee un gran número de experimentos para desarrollar modelos sobre el comportamiento de los inversores, que en muchos casos confirman teorías que mucho antes ya habían sido desarrolladas por reputados economistas como Rothbar o Friedman. Algunas de estas conocidas teorías son: la aversión a perdidas y al riesgo, la tendencia a buscar ganancias en el corto plazo, el efecto que el entorno puede tener sobre nuestras decisiones de inversión; y por supuesto, la teoría del “gambler”. El exceso de confianza en los mercados financieros es un fenómeno a tener en cuenta, ya que, aunque parezca que se debe a un problema individual, en muchos casos se genera por la necesidad de tener mayores rentabilidades que los competidores.

Finalmente, cabe destacar lo que Thaler y Sunstein describen como la “arquitectura de la toma de decisiones”, que se basa en elementos de la vida diaria, como el orden en que se nos presentan las distintas opciones a la hora de elegir, el color de la publicidad, lo que tardan en llegar las cartas, el tamaño de la letra de los folletos, etc… La intención que se tiene a través de estas medidas es la de fundar un “paternalismo liberal”, que respete la idea de maximizar el número de opciones disponibles para el consumidor, pero que, a su vez, y sin intervención directa del gobierno, sea guiad subliminalmente hacia la opción más adecuada, existiendo siempre la posibilidad de escoger cualquier otra opción disponible en el mercado.

Para finalizar, en mi opinión todos los liberales deberíamos apoyar la aplicación de la economía conductual en las políticas públicas y privadas, ya que sería una buena manera de reducir la intervención directa del Estado en la economía a través de métodos que influyan en el comportamiento de los ciudadanos, y que suponen un gasto público mínimo o inexistente incluso en algunas ocasiones. Los libertarios más radicales estarán en contra de mi propuesta, pero como saben que siempre me posiciono en contra de las utopías, esta vez no podía ser diferente, por lo que pienso que el tamaño del Estado y su influencia en la economía se debe desarrollar de manera gradual. Y la economía conductual es un buen comienzo.

“Libertarian paternalism is a relatively weak, soft, and nonintrusive type of paternalism because choices are not blocked, fenced off, or significantly burdened.”- Richard Thaler

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