EL FALSO MONETARISMO KEYNESIANO Y LA VICTORIA DE LA ESCUELA AUSTRIACA

25.11.2018 20:59

El estudio de la teoría económica clásica y la historia del pensamiento económico; aunque visto por muchos ingenuos como inservible, es realmente útil a la hora de disponernos a hacer análisis macroeconómico moderno. Conocer la base ideológica de las políticas publicas de hoy en día, nos permite ser más críticos con ellas y analizar casos pasados en los que estas políticas hayan podido ser un fracaso, o éxito empírico. Aparte, para todo joven economista, estudiar la historia del pensamiento económico, nos permite asentar una base de conceptos y teorías muy útil y clarificadora; algo que la gran mayoría de recién graduados de muchas universidades no poseen. El abandono de la historia del pensamiento económico y la teoría económica literaria, para centrarnos en modelos macroeconométricos y matemáticos puros (muchas veces lejos de la realidad), solo ha servido para adentrarnos aun más en la supuesta utopía de la que pretendían alejarnos. Pero lo peor de todo hoy en día no es solo eso, sino que, además, el único economista al que se puede hacer referencia en artículos y libros sin que te tachen de “utópico” o “tecnicista” es a John Maynard Keynes, un economista sobreexplotado y cuyas teorías no dan más de si en el mundo actual.

He deconstruido en algunas ocasiones ya las teorías económicas de Keynes, por su carácter surrealista y cortoplacista, pero nunca como me dispongo a hacerlo hoy.

Debemos ser capaces de demostrar, no solo a través de teoría, sino de evidencia empírica, que la economía keynesiana fue y será siempre un fracaso, por su carácter inductivo y su visión únicamente a corto plazo, dando lugar; esta vez, a una teoría económica verdaderamente utópica, y blanqueada por políticos y burócratas en interés propio; evitando morder la mano que les da de comer, el Todopoderoso Estado. Para confrontar el keynesianismo debemos propagar la teoría de la Escuela Austriaca a lo largo y ancho de todos los continentes, porque aún conciertos defectos, sigue siendo la teoría más cercana a la realidad actual, y, sobre todo, la única que garantiza la máxima libertad del individuo.

En primer lugar, debemos resaltar que, aunque el economista de Cambridge rompiese frontalmente con las teorías propias de los economistas clásicos como Adam Smith o David Ricardo; siempre teorizaba dentro del marco establecido por ellos. El equilibrio estático, una de las nociones centrales del keynesianismo, fue en primer lugar desarrolladas por Ricardo en 1810, presentando la economía como un sistema aislado y el equilibrio como una figura estática. Por todo ello, la teoría keynesiana siempre se basaría en tratar de encontrar ese punto de equilibrio exacto y tratar de mantener los niveles de producción, desempleo, inflación, crecimiento… en ese exacto punto. El único problema que encontraría Keynes al respecto será, que ese equilibrio estático no existe, siendo como tratar de buscar el final del arcoíris. Aún así, nadie desmentiría este hecho hasta la llegada de Walras, Jevons, y el padre de la Escuela Austriaca, Carl Menger; que sentarían las bases del equilibrio dinámico, y la praxeología individualista y deductiva de la economía.  

El principal problema de Keynes no se encuentra en diferenciar el sistema económico en dos: la “economía real” y la “economía simbólica”, siendo la primera la que trata con la producción de bienes y servicios, y la segunda con las relaciones del crédito y la masa monetaria. Digo que esto no es ni siquiera un problema en el keynesianismo, porque esta es una diferenciación que hacen absolutamente todos los autores desde el siglo XIX hasta hoy en día (eso sí, con diferentes nomenclaturas técnicas), desde Marx, hasta Hayek, pasando por John Stuart Mill y Alfred Marshall. El problema de Keynes se encuentra en creer fielmente que la “economía simbólica” podía dominar y moldear a la “economía real”, dando asía nivel dialectico, poder absoluto a los políticos y burócratas de turno para tratar de modificar el sistema económico y sus resultados, conforme a sus obras y semejanzas. Esta afirmación de Keynes ha dado paso a despóticas políticas publicas que han terminado en desastrosas hiperinflaciones y tiranías políticas. Mientras tanto, acertadamente, otros teóricos como Karl Marx o Joseph Alison Schumpeter (y, por ende, toda la Escuela Austriaca) pensaban que el dinero como tal es solamente un medio de cambio sin ningún valor real.

En el modelo keynesiano, el dinero y el crédito son elementos con valor objetivo en la economía; dependiendo de ellos la producción de bienes y servicios, por lo tanto, siendo capaz el Estado de controlar la velocidad del dinero, la masa monetaria y los niveles de déficit e inflación. Keynes había creado una nueva religión, en la que ni los empresarios, ni la innovación, ni la acumulación de capital, ni las variaciones en los niveles de productividad podían tener influencia aluna a nivel macroeconómico sino es por la influencia directa del Estado.

Aunque hace más de 50 años la Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago demostraron la falsedad de estas premisas hoy en día, muchos intervencionistas siguen pensando que el Estado tiene la varita mágica para encontrar soluciones a todos los problemas de la sociedad. Por lo tanto, siguiendo el hilo de la teoría keynesiana, el nivel de déficit, los falsos y manejados tipos de interés, el volumen crediticio y la velocidad de circulación el dinero, determinan la demanda agregada de la economía y con ello las condiciones macroeconómicas. Venga, por favor…

En situaciones históricas en las que el modelo keynesiano fue ampliamente desarrollado, fue cuando se demostró el fracaso empírico de estas ideas y su nula credibilidad. Uno de estos casos fue el famoso New Deal; que, aunque fuese presentado por muchos como un gran éxito, solamente fue una política que garantizo el prolongamiento de la Gran Depresión hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial. En un principio, y hasta 1935 este sistema parecía funcionar, hasta que, debido a un exceso de acumulación de deuda y falsas expectativas, en 1935, las empresas y los consumidores redujeron la velocidad de circulación del dinero, y tan solo en unos meses causaron que se disparase el déficit estatal y se produjera un segundo crash en el mercado bursátil, esto ya en 1937. Todas estas circunstancias ayudaron a desmentir la conocida ecuación de MV=PY, siendo M la masa monetaria total, V la velocidad de circulación del dinero, P el nivel de precios e Y el PIB de nominal del país.

En conclusión, a través de todo lo señalado con anterioridad, podemos deducir que el triunfo de la Escuela Austriaca se debe principalmente a la exitosa teoría de la acumulación de capital, siendo el ahorro y no el consumo el verdadero motor de la economía. El ahorro no permite solo la revalorización del valor del capital, sino que permite una correcta asignación de recursos en el mercado a lo largo del tiempo, dando lugar a la innovación. Todo ello se explica perfectamente en la estructura intertemporal de la producción desarrollada por F.A. Hayek, más conocida como “El triángulo de Hayek”; algo que explicaré en un artículo futuro, junto con su relación con el mercado de deuda y la Frontera de Posibilidades de Producción (FPP). En definitiva, la teoría Keynesiana, fracasó, fracasa y fracasará por su explicito cortoplacismo y despreocupación por el futuro, descrito de manera desvergonzada por el propio Keynes a través de su famosa frase: “En el largo plazo, estamos todos muertos”.

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