DODD-FRANCK ACT, LA PERPETUACIÓN DE LA CRISIS FINANCIERA

19.03.2017 20:39

 

Subamos por un momento al DeLorean de Regreso al futuro y volvamos al 2010. No sé si recuerdan ese año a Barack Obama sentado en su mesa del despacho oval de la Casa Blanca, mientras firmaba rodeado de sus asesores y personas de confianza la legislación que más daño ha hecho al sector financiero de EEUU. En ese exacto momento, Obama daba su aprobación a 2.300 páginas de restricciones, limitaciones y barreras al sector bancario, y sobre todo al crédito. La intención de esta nueva legislación nunca fue negativa, sino tan solo pretendía evitar otra crisis a escala global como la que había ocurrido en 2008, una de las mayores crisis; sino la mayor desde el crash del 29, en relación al sector de las finanzas. Donald Trump ha repetido en varias ocasiones su deseo de reformar la legislación vigente sobre el sector financiero, y en concreto eliminar el Dodd-Frank. Hace seis años los promotores del Dodd-Frank prometieron a todos los americanos que la economía no solo reduciría riesgos en cuanto a solvencia crediticia sino qué aun así crecería a un mayor nivel, mientras tras la crisis, la economía sigue estancada en repetitivas cifras de crecimiento, mientras la oferta de crédito se mantiene en niveles similares al Crunch.

Como bien ha expuesto Trump en varias ocasiones, la legislación vigente lo único que ha hecho ha sido desmantelar el sistema financiero, perjudicando sobre todo a las pequeñas entidades, como los bancos locales, que han tenido que afrontar de primera mano el incremento de costes producido por la regulación.

PODEMOS OBSERVAR EL INCREMENTO MEDIO EN COSTE POR ENTIDAD DEBIDO AL DODD-FRANK ACT:

 

Desde que Trump fuese elegido nuevo presidente de los EEUU el índice bursátil del Nasdaq ha incrementado su valor un 26%, debido a las fuertes expectativas de crecimiento económico que fueron impulsadas por la promesa de Trump sobre la reducción del Impuesto de Sociedades y sobre la Renta, a su vez que una mayor desregulación permitiría una libre y facilitada creación de empresas. Muchos CEO de empresas americanas y sobre todo de bancos de inversión han reafirmado en las últimas semanas su grado de satisfacción de cara a las propuestas de Trump, debido a que la nueva administración ha fijado sus intenciones sobre todo en introducir regulaciones más sensatas y centradas en el crecimiento y desarrollo de la pequeña y mediana empresa, permitiendo su transición a través de una reducción de procesos burocráticos innecesarios. Vamos, que han reducido el papeleo; algo a lo que Obama podía considerarse adicto. Aun así, ante el riesgo sistémico que puede ocasionar eliminar la legislación en vigor de manera completa, el equipo de Trump está planteando modificar solamente ciertos aspectos esenciales, con el mismo objetico exactamente que su predecesor… evitar y prever la próxima crisis financiera. Todavía nadie lo ha conseguido. Porque las crisis siempre son nuevas, nunca repiten causa, pero siempre efectos.

Lógicamente se necesitan normas, y como en todos los sectores debe de haber regulaciones. Regulaciones, no sobrerregulaciones. Las regulaciones no han de ser malas per se, excepto cuando se emplean en exceso y para perpetuar el poder político sobre un sector, que finalmente termina perpetuando únicamente la próxima crisis. Siempre será así, da igual cuando leas esto.

EN ESTE GRÁFICO SE VE COMO LAS PEQUEÑAS ENTIDADES HAN PERDIDO CAPITALIZACIÓN A LO LARGO DE ESTOS AÑOS:

 

La legislación vigente, y en concreto el Dodd-Frank tenían en mente acabar con aquellos bancos consideras “too big to fail”, pero en realidad solo ha aumentado el riesgo y las pérdidas de los bancos pequeños a la vez que estancaba el crecimiento de los grandes, en ningún momento incrementando la competencia del sector, que a diferencia de otros siempre se ha caracterizado por ser máxima (exceptuemos los países de unicornios dónde siguen creyendo que la banca pública será su salvadora). Los cinco mayores bancos de los EEUU tienen una capitalización muy similar a la que manejaban antes de implementarse el Dodd-Frank, según explica un estudio de la Universidad de Harvard de 2015, el cual muestra como todos aquellos bancos con activos por el valor de menos de 10 billion han sufrido pérdidas en más del 75% de los casos desde que se introdujeron las nuevas medidas, es decir 2010. Eso sí, en España tenemos la suerte de tener populistas similares a Bernie Sanders que resaltan como el mundo sería mejor sin “bancos opresores”, los cuales merecen un poco de respeto solamente por liderar nuestro sistema económico al proveer a la gran mayoría de la población con hipotecas y préstamo, no solo contribuyendo a incrementar el nivel medio de vida, sino también el crecimiento económico.

Muchos bancos de escala media en EEUU han perdido todo su potencial de competencia exterior tras estas regulaciones debido al incremento de costes que estas suponen y la reducción del nivel de apalancamiento financiero que las entidades tiene permitido asumir, haciendo que muchos Hedge Funds y fondos que controlaban activos internacionales de alto riesgo, hiciesen las maletas y se mudaran a Londres o Frankfurt. Como hemos comentado en algún caso con anterioridad, la nueva administración debe centrarse en reformar la regulación de tal manera que beneficie y permita competir libremente a los bancos locales, siendo estos los encargados de suministrar capital a las pequeñas empresas de los pueblos remotos de EEUU, ya que ofrecen empleo al 52% de los americanos. Estos cambios se deberían haber producido hace ya dos años, y aunque la reforma pueda llegar tarde debe de servir para reducir las demandas regulatorias del sector izquierdista para reducir el coste de capital del sector financiero, y ahora sí, perpetuar el crecimiento de crédito en el país. Las excesivas regulaciones impuesta por Obama prometían ser la panacea de la seguridad bancaria y financiera, pero lo único que han conseguido ha sido reducir mayoritariamente esa misma actividad. La Volcker Rule, mejor la dejamos para otro día.

Cada vez durante estos siete años ha sido mucho más difícil para los bancos poder servir a los pequeños y arriesgados negocios, frenando en muchas ocasiones el desarrollo de start-ups que podrían habernos traído el próximo Iphone, porque, aunque algunos se empeñen en ocultarlo, el 8% de la IPO inicial de Apple fue capitalizada en un 8% por Lehman Brothers. En la gran parte de las economías a nivel mundial el desarrollo de la pequeña y mediana empresa sirve para medir la sostenibilidad del crecimiento económico, y en EEUU, mientras todo el sistema arece encontrarse en un ciclo expansivo, las pequeñas empresas parecen no haberse recuperado aún, y no porque no tengan fuerza para levantarse, sino porque tienen un techo que se lo impide, de nombre Dodd, y de apellido Frank. Y aunque algunos lo nieguen, ha sido un fracaso. No hay peor ciego que el que no quiere ver. 

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