La obsolescencia de los bienes materiales que nos rodean es un tema del cual no se suele hablar muy a menudo, pero que nos rodea constantemente y vivimos sufriendo o beneficiándonos de las externalidades de este mismo. Cuando cambiamos la televisión, el móvil o sustituimos el frigorífico estamos siendo arrastrados por la obsolescencia programada, y esto así a primeras puede sonar muy fuerte e incluso perjudicial, pero visto desde dentro, tiene varios factores positivos para la economía y el comercio interior. Hoy en día, los productos están diseñados con una fecha de caducidad virtual que va delimitada por un chip o algún sistema informático, que hace que ese producto al paso de ciertos años, pierda utilidad, productividad o simplemente deje de funcionar, quedándose absolutamente obsoleto.
La obsolescencia absoluta es un factor que hace que el ciclo económico y de consumo siga girando y no se estanque, ya que obliga a la renovación de demanda cada tiempo determinado, haciendo que la demanda por un producto o una gama sea siempre constante, independientemente de la época. Actualmente la obsolescencia de los productos manufacturados es un factor más de nuestro sistema y ciclo económico, pero a veces puede parecer que es perjudicial para nuestros bolsillos o el medio ambiente, pero aunque algunas personas se empeñen en reflejarlo así, esto no es del todo cierto. Imaginemos por un momento que los productos tuviesen un tiempo ilimitado de duración, o de un periodolifetime,¿ de verdad creen que seríamos capaces de vivir sin consumir constantemente?, o ¿de qué se sostendría nuestra economía?
Un ejemplo muy claro en cuanto a un producto nada obsoleto, lo encontramos en California, donde hace más de 110 años fue instalada una bombilla en una fábrica, la que desde entonces no ha sido tocada ni apagada ni por un solo segundo, y sigue luciendo como el primer día. Desde el lanzamiento de las webcams al mercado, una fue instalada para grabar la bombilla las 24 horas, y lo curioso de esto, es que en más de 15 años, la webcam ha tenido que ser sustituida 3 veces, mientras que la bombilla continuó sin parar de lucir. A primera vista el factor de alta longevidad de un producto puede resultar muy beneficioso para el consumidor, pero solo nos hace falta darnos cuenta de los números para descubrir que se trata de un falso ahorro. Según un estudio realizado por una universidad americana en el año 2012, producir una bombilla de este estilo, y con esa longevidad, en la actualidad costaría unos 57$, mientras que la producción de una bombilla de gama media actual tiene unos costes de producción por unidad de 1.25$, y teniendo en cuenta que las empresas intentarían sacar un beneficio de 25% sobre el capital invertido, nos ahorramos un total de 13,25$ en el periodo de vida en bombillas comprando las de obsolescencia programada. Esto puede parecer un ejemplo estúpido, o por lo menos meramente insignificante, pero si lo llevamos a la gran escala, es mucho más destacable.
AQUÍ PODEMOS VER EL GRÁFICO REPRESENTANDO EL CONSUMO DE BOMBILLAS ANUAL EN TODO EL MUNDO, CON UN INCREMENTO PRODUCIDO POR LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA:
Sin una obsolescencia programada, la demanda regular por los bienes de manufactura sería muy baja, ya que la gente no tendría que reemplazarlos, con lo que las compañías no podrían mantener un nivel de oferta constante en muchos casos, ni sabrían que numero de unidades de su producto lanzar al mercado, lo que crearía cierto bloqueo empresarial. El empleo también toma una carta muy importante en este asunto, ya que los empleos fijos del sector secundario colgarían de un hilo si no fuera por la obsolescencia de los productos, ya que la demanda de empleo en este sector es derivada, y si los empresarios no fuesen capaces de mantener unos costes regulares en cuanto a ingresos provenientes de unas ventas estimadas, los mínimos beneficios no darían lugar a mantener una gran plantilla, la cual no solo se reduciría sino que se convertiría en empleo rotatorio, que haría decrecer la eficiencia de la compañía en el medio plazo, debido a la eliminación de la división de empleo y de la especialización en la cadena de producción.
La obsolescencia programada es también muy beneficiosa respecto a la innovación y al desarrollo tecnológico. Si las empresas tuviesen un producto fijo que no pasara de moda, dejase de ser útil o se estropease, nunca tratarían de innovar para producir uno nuevo que sea mejo y llame la atención al consumidor. Hoy en día, gracias a la obsolescencia de los productos tecnológicos, las empresas dedican gran parte de sus inversiones a investigación y desarrollo, para crear un producto más potente, barato de producir, eficiente y rentable, el cual sea una buena baza para ser más competitivos en el mercado, sabiendo que dentro de poco tendrán que desarrollar uno nuevo si su proyecto sigue bien , haciendo que tanto el mercado laboral, la diferenciación de producto y el ciclo económico, se desarrollen expansivamente.
EN ESTE DIAGRAMA OBSERVAMOS LOS DOS TIPOS DE OBSOLESCENCIA PROGRAMADA QUE EXITEN Y PORQUE NO SON NECESARIAMENTE PERJUDICIALES PARA EL MEDIO AMBIENTE:
En conclusión, la obsolescencia programada es generalmente beneficiosa para el desarrollo económico de las empresas y naciones, por lo que permite a las empresas ofrecer sus productos a un precio más bajo, ya que al ofrecer menos durabilidad se invierten menos costes, los cuales van destinados a la innovación tecnológica para desarrollar una diferenciación de producto y ser competitivo en el mercado respecto a otras compañías. La obsolescencia de los productos también impulsa el consumo constante, lo que hace que las empresas tengan mayores beneficios y necesiten un mayor número de trabajadores especializados en el proceso de producción, lo cual eleva la demanda laboral, a la vez que reduce el desempleo. La obsolescencia también reduce el dominio total de las empresas en el mercado, ya que estás se ven obligadas a renovarse cada poco tiempo, lo que reduce las barreras y permite una entrada más fácil al mercado a la pequeña empresa, y la hace más competitiva respecto a las grandes marcas, generando una mayor eficiencia en la producción, ya que ambas firmas tienen como objetivo beneficiarse de las economías de escala.