¿POR QUÉ DECIR SÍ A LOS CONTRATOS TEMPORALES?

03.12.2015 23:35

 

 

 

En las últimas semanas se viene hablando de la propuesta de Ciudadanos a prohibir definitivamente los contratos temporales en España; en todas sus facetas, diferenciando ante todo los contratos fijos y los de duración determinada, o temporales. Tenemos que recordar, que estos contratos fueron legalizados en España en la década de los 80, usados de esta manera para proporcionar más libertad al mercado laboral. Tras esto, ha habido siempre varias discusiones socio-económicas sobre el asunto, pero, ¿por qué son beneficiosos los contratos temporales?

En los últimos años, y en relación con la crisis económica, hemos podido ver como descendía el índice de contratos temporales en España, pero no debido principalmente a la creación de nuevos contratos de duración indeterminada, sino al aumento de la tasa de paro. Aún así, desde el año 2011, podemos ver como España supera por el doble a la UE en porcentaje de contratos temporales sobre la tasa de empleo, lo cual ha sido producido por un intento de rápido crecimiento económico, que se han cargado a cuestas las pymes y los autónomos, elevando así el número de contratos de duración determinada.

En este gráfico podemos observar la comparativa de contratos temporales entre varios países y la UE:

 Los contratos temporales predominan en mayor parte dentro del sector privado, y las principales contratadas a tiempo determinado suelen ser mujeres menores de 25 años. En cuanto a los sectores, en los que mayor número de contratos temporales podemos encontrara son el de la agricultura, construcción, manufactura y ocupaciones de formación primaria.

Por supuesto que no podemos negar la importancia de los contratos temporales dentro de la economía y el mercado laboral, pero como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas. En primer lugar, podemos destacar, desde el lado empresarial, que con un contrato temporal, no se logra la adaptación total de un trabajador a la empresa, por lo que este tipo de contrato suelen ser utilizados cuando la empresa no está dispuesta a invertir mucho dinero en la formación de ese concreto trabajador. También notamos que en los últimos años se está abriendo una brecha en el mercado laboral entre los contratos fijos y temporales. Los contratos de duración determinada suponen una mayor rotación laboral, lo que a expensas del gobierno supone un aumento del gasto público en ayudas al desempleo o complementos salariales.  Si nos metiésemos en la mente de un trabajador temporal, podríamos ver que este reduce sus gastos en enorme manera, siendo sabedor de que esos ingresos van a ser a corto plazo únicamente, lo que recae sobre un menor consumo interno en el medio-largo plazo.

Mientras tanto, si miramos hacia el lado bueno, podemos ver que un contrato temporal sirve para flexibilizar las necesidades tanto de la empresa como del trabajador, permitiendo a ambos llegar a un acuerdo. Cuando una empresa se encuentre insegura sobre la contratación de un individuo, un contrato temporal puede ser la herramienta perfecta para un proceso de prueba de validez. En empresas de producción variable o regulada por la estacionalidad, un contrato de duración determinada permite adaptarse a las necesidades productivas de cada compañía. En favor de las empresas, he de decir que los contratos temporales suponen un coste nulo o muy reducido de despido en comparación con los contratos de duración indeterminada.

Siempre se ha pensado que las compañías con mayor porcentaje de contratos temporales suelen tener menos productividad, dato que es totalmente falso, debido a que los sectores más productivos en España, como la construcción o el turismo (siendo los que más dinero aportan), suelen destacar por la gran cantidad de contratos temporales dentro de sus empresas, lo que a corto plazo supone un incremento del consumo interno generado por un ascenso de ingresos generales.

Como alternativa a los contratos temporales, encontramos los contratos de duración indefinida. Este tipo de contratos destacan por la estabilidad que promueven, haciendo sentirse más afianzado tanto al trabajador como a la empresa, lo que en muchas ocasiones vuelve al primero más productivo. Aunque en muchas ocasiones se piense que suponen mayoritariamente desventajas para los empresarios, podemos demostrar que esto no es del todo cierto, ya que por ejemplo, los contratos de duración indefinida presentan un año de prueba del trabajador, un tiempo en el cual el empresario puede valorar la productividad del empleado; y tiempo tras el cual el despido no conlleva finiquito. Fiscalmente, este tipo de contratos también suponen una ventaja para la empresa, ya que por cada nuevo trabajador menor de 30 años, contratado de forma fija, la empresa logra una deducción de 3000 euros máximo en materia de impuestos. Si es cierto, que este tipo de contratación también tiene su lado negativo, haciendo que la empresa tenga que entregar a sus trabajadores por el despido, un finiquito de 45 días de sueldo por cada año trabajado en la compañía. Es más, un exceso de contratos de duración indefinida reduce la contratación general, reduciendo la rotación y la competitividad del mercado laboral.

Aquí podemos observar un gráfico del crecimiento de los contratos de duración indeterminada en los últimos años en España:

En conclusión, aunque los contratos de duración indeterminada sean una gran opción que aporta seguridad, los contratados temporales no deberían de ser prohibidos bajo ninguna circunstancia. Los contratos temporales suponen una gran flexibilización del mercado laboral, llevando así a una rápida reducción del paro, ya que hace que una parte de la población que antes estaba sin trabajo, pase a formar parte de una empresa rápidamente. De este modo, al ser más fácil sustituir a los trabajadores con los contratos temporales, se incentiva la competencia dentro del mercado laboral, lo que puede ser muy beneficioso para las empresas, ya que puede llegar a reducir los objetivos salariales de el trabajador medio.

 

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